La mano del cazador dispara una sola vezbajo el sol de mayo.La liebre va al encuentro del último perdigóny después de un breve estremecimientocae a sus pies.Los ojos, rojos de furia y sorpresa,miran fijamente la llanuracomo esperando algode esa quietud incomunicable.Ya ha sucedido.Las manos crispadas del cazadorvolverán a gatillarmás allá, a lo lejos.No habrá sorpresas en esta búsqueda.Una vez más se sienta entre los perros.Las manos sueltan el arma.Es un instantey ya son otras.¿Sienten la pérdida?Decido mirarlascon la esperanza de que algo va a suceder.